domingo, 24 de marzo de 2019

DECRECIMIENTO Y FELICIDAD

Este artículo ha sido publicado en el diario "El Progreso" de Lugo el 18 de febrero de 2017. 
Incorporo versión en castellano y en gallego.

"La concepción ortodoxa de la Economía se centra en dos principios tan básicos como claros: el crecimiento económico debe ser prolongado, permanente y duradero; para mantener dicho crecimiento, la productividad debe incrementarse de una manera continuada. En el fondo de los dichos principios subyace un optimismo sin freno, una fe ciega en que el crecimiento económico genera un mayor bienestar y calidad de vida a la ciudadanía.
Con todo, ya desde los años setenta, la comunidad científica comenzó a anticipar que el modelo industrial imperante no sería sostenible. Y en la actualidad es un hecho real que los recursos naturales escasean, que el cambio climático (a pesar del negacionismo) es una evidencia científica y que las desigualdades económicas son cada vez más patentes. Es, también, una evidencia empírica que el modelo social, económico y productivo de las últimas décadas implementó con su perversidad la explotación del trabajo (vivimos en un sistema de economía libre, pero no en un mundo libre). Ante dicha situación urge un compromiso ambiental y la implementación de políticas sostenibles. Urge proponer otro modelo económico y social basado en la búsqueda de la sostenibilidad real que, entre otras cosas, no agote los recursos que no son renovables.
A este paradigma o propuesta alternativa, los teóricos de la economía y de la ciencia política le llaman “decrecimiento”. El decrecimiento no implica austeridad o pobreza sino adecuación entre economía y realidad ambiental (por lo tanto, gestión de la escasez), reducción del consumismo como (falso) recurso para conseguir la ostentación social y el éxito individual. El decrecimiento puede ser entendido también como crecimiento sostenible, esto es, la supresión de lo superfluo y alienante, el relevo progresivo de viejas formas de producción contaminantes que agotan los recursos naturales y la recontextualización del trabajo como actividad humanizadora que favorezca la sostenibilidad, la autosuficiencia y que supere el binomio trabajo productivo/trabajo asalariado en beneficio del trabajo reproductivo/no remunerado. En definitiva, vivir mejor con menos.
La vieja sociedad de la opulencia se mantiene en estado comatoso, mientras, el decrecimiento no anticipa necesariamente un deterioro de las condiciones de la vida. Al contrario, acarrea mejoras sustanciales como las vinculadas a la redistribución de los recursos, el bienestar de las generaciones futuras, la preservación del medio ambiente, la salud física y mental de la ciudadanía y las nuevas (y mejores) condiciones del trabajo. Supone, por tanto, una vida más armónica con nuestro entorno natural. O decrecemos voluntaria y racionalmente o lo tendremos que hacer obligados por el hundimiento del capitalismo global en el que vivimos. Toquemos tierra."

VERSIÓN EN LINGUA GALEGA:

"A concepción ortodoxa da Economía céntrase en dous principios tan básicos como claros: o crecemento económico debe ser prolongado, permanente e duradeiro; para manter o devandito crecemento, a produtividade debe incrementarse dun xeito continuado. No fondo dos devanditos principios subxace un optimismo sen freo, unha fe cega en que o crecemento económico xera un maior benestar e calidade de vida á cidadanía.
        Con todo, xa desde os anos setenta, a comunidade científica comezou a anticipar que o modelo industrial imperante non sería sustentable. E na actualidade é un feito real que os recursos naturais escasean, que o cambio climático (a pesar do negacionismo) é unha evidencia científica e que as desigualdades económicas son cada vez máis patentes. É, tamén, unha evidencia empírica que o modelo social, económico e produtivo das últimas décadas implementou coa súa perversidade a explotación do traballo (vivimos nun sistema de economía libre, pero non nun mundo libre). Ante a devandita situación urxe un compromiso ambiental e a implementación de políticas sustentables. Urxe propoñer outro modelo económico e social baseado na procura da sustentabilidade real que, entre outras cousas, non esgote os recursos que non son renovables.
    A este paradigma ou proposta alternativa, os teóricos da economía e da ciencia política chámanlle “decrecemento”. O decrecemento non implica austeridade ou pobreza senón adecuación entre economía e realidade ambiental (polo tanto, xestión da escaseza), redución do consumismo como (falso) recurso para acadar a ostentación social e o éxito individual. O decrecemento pode ser entendido tamén como crecemento sustentable, isto é, a supresión do superfluo e alienante, a substitución progresiva de vellas formas de produción contaminantes que esgotan os recursos naturais e a recontextualización do traballo como actividade humanizadora que favoreza a sustentabilidade, a autosuficiencia e que supere o binomio traballo produtivo/traballo asalariado en beneficio do traballo reprodutivo/non remunerado. En definitiva, vivir mellor con menos.
      A vella sociedade da opulencia mantense en estado comatoso, namentres, o decrecemento non anticipa necesariamente unha deterioración das condicións da vida. Ao contrario, carrexa melloras substanciais como as vinculadas á redistribución dos recursos, o benestar das xeracións futuras, a preservación do medio ambiente, a saúde física e mental da cidadanía e as novas (e mellores) condicións do traballo. Supón, xa que logo, unha vida máis harmónica coa nosa contorna natural. Ou decrecemos voluntaria e racionalmente ou terémolo que facer obrigados polo afundimento do capitalismo global no que vivimos. Toquemos terra."


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